Corren,
corren, corren por la andanada del si y por las curvas de los noes,
una mayoría ciudadana sigue a las gentes invisibles, que huyen de
las estadísticas televisivas, para coaccionarles y convencerlos a
base de guisos con ajo bien machacado, gusto de la madera de los
morteros, corren tras ellos, con las esposas escondidas y con los
bolsillos llenos de papeletas, en el de la camisa, algún que otro,
luce, como rosa, una raja de chorizo, y así, a grito pelao, entonan
himnos con la intención de devolverles la cordura, que es una clase
de locura muy patria y coloreada.
En
sus baluartes llevan coronas hechas de estiércol. Brillan, como la
patena, sus preciadas figuras de ostentación. No dejan descanso, ni
hueco limpio, ni libre, en su campaña de contaminación visual, para
imponer mediante el dialogo, con el consenso de derrochar más y más
papel. Una nada, en la esquina, se limpia el culo con uno de los
gruesos carteles haciendo un collage digno de colgarse en galerías
del mejor arte moderno y pagado, pero, a ella se le queda la
sensación de que más que limpiar a ensuciado su bella posadera con
la mirada beata y clásica del debutante.
En
otra esquina, una invisible apoya la espalda agobiada; el peso del
mundo o el aturdimiento de los comentarios, que mojan churros en el café con el movimiento autómata de quien ya no se preocupa de lo que
come, alucinados sin pestañear, de quienes han sido hipnotizados a
base de bombardeos fagocitados de imágenes. Siendo nadie dejaron de serio,y se convirtieron en mayoría sin darse cuenta; y mareada por
la carrera contra la muerte, la persiguen para que firme las
peticiones del atomismo del encierro obligado y la compra
compulsiva.
Mientras,
los convencidos siervos de la pompa y la publicidad brindan por la
ultima noticia, una sangría que convencerá a algunas invisibles
dudosas que ya han dejado de reír y de escupir contra ellos, pero
también están otras, ellas que todos los día se atreven a vivir,
siendo nada y siendo lo que les da la gana, en la medida que pueden
saltar todas la barreras, atletas inconformistas de fondo, de todo
dudan y todo cuestionan, saben que la mayoría son nadies, aunque una
vez cada pocos años les llamen y se olviden de que el resto cuentan
nada, y así siguen sus días intentando llenar sus vacíos físicos y
patafisicos con mayor o peor fortuna, pero que a pesar de la mayoría
siguen buscándose y encontrándose en un gran ciclo de relaciones que
van dejando semillas en las grietas del asfalto y en los surcos de
los campos.
Solo
hay una minoría de la mayoría que nunca son nadie porque siempre son
alguien, alguien en imagen y verborrea fenomenista que intenta dar
una imagen de felicidad y de libertad estercolada en el básico
entretenimiento del aburrimiento de las gentes, las gentes que son
nadas o nadie.
No
pueden etiquetarse, pues de tanto bailar, correr y saltar se les caen
todas las etiquetas. Las nadie no son mayoría, ni si quiera minoría
porque no son nada, no tienen uniformes e iguales palabras, unas
veces actúan unas y a otras les puede la pereza y esperan, piensan,
sueñan. Pero contarlas en plural es una injusticia en si misma pues
a pesar de que todas comen, mean, cagan y duermen cada nadie es y no
es, unas veces viven y otras mueren, o aciertan o cometen errores o
todo lo demás, lo de entreactos, la siesta, las sabanas que se
mueven sobre uno, dos o varios cuerpos, todo sea por compartir cama,
y olvidan, recuerdan,disfrutan, sufren... sienten y, a veces, van a
la acción.
Pero estábamos en una carrera de papeletas y aquí todas, las que no se han
convertido en porcentajes de gráficos responden o... no. Unas se
visten de letras mayúsculas y hacen campaña del No a las jaulas del
papel también mayúsculo , otras charlan, charlan, debaten, discuten.
Y hay algunas, invisibles, las peores para alguien, que se van al
campo a asar patas y no hacen nada, solo asan papas, despúes de
largas caminatas donde buscan otras huellas borradas.
Las mayorías y minorías dicen que las nadas no hacen nada, pero claro es
que a ellas eso de que las encierren en un gráfico como si de repente
contaran algo o fueran alguien, pues, no les sirve, siempre son
invisibles, solo sirve a las imágenes de los alguien que no les
interesa y que no les dejan actuar , si no que se empeñan en que
sean por tener lo que tienen o por lo que nunca tendrán, así que
debe ser algo así como ser menos que nada, que es una absurdez en si
misma.
En
la absurdez misma de sentirse nada se llenan en la posibilidad de
pintarse en un todo, algo que a las invisibles parece muy místico, se
agarran a los bordillo porque son conscientes de que en cualquier
momento pueden salir volando, desafiando toda ley fisica. Por eso
siguen, para desafiar leyes, desobedeciendo. Unas, de repente, se
sienten numero, cosa o múltiples x, iguales y desiguales, imperfectas
para la ciencia del canon, perfectas para el desarrollo de una
ecuación que se soluciona en un numero infinito de posibles
respuestas, todas falsas y verdaderas, en la patafisica, en la
excepción.
En
el momento explotan neuronas que se expanden en el infinito finito
universo y esperan sujetas a las materiales colas del paro.
Un
martillo en cada mano persigue la urna de las encuestas programadas
de las leyes, del porcentaje gestor objetivo, de la mirilla del rifle
que apunta a sus cabezas y destroza el futuro de la bola de cristal o
de la urna de plástico que transparenta en la opacidad de los
siguientes acontecimientos que todas contemplan en el cómodo asiento
del espectador, de puntillas se indignan, para que barba azul no se
moleste en su escenario del control.
Noa
anda por las calles, en su mochila unos sprais la acompañan, lleva
la cabeza cubierta por la capucha de su sudadera, nota el frescor de
la noche en la cara, el silencio de las almas acostadas, la compañía
del leve ruido de sus pasos. Busca muros que acojan sus dibujos, efímeros, anónimos.
Nui
ha quedado con Nao en el barrio, allí se contarán sus comunes
derrotas, sus intensos desvelos y sus incasable anhelos. Escucharan
poemas mecidos con guitarras y baterías subterráneas, beberán el néctar de las antihéroes. Ellas se saben agredidas, obligadas,
desgajadas en el regalo involuntario de su fuerza. Y reirán, reirán
con la certeza de que se trata de un terrible sentido del humor
colectivo, un humor con demasiadas sombras.
En
un abrazo se comprenden, anónimas, en una mirada se reconocen
comunes, en cada acto se reafirman movimiento, presentes, del No
hacen su propuesta, no hay alternativas a la destrucción de las
gentes, dicen no, a verse como un negativo sin rebelar y por ello se
rebelan ante el aburrimiento, ante la pasividad y abriendo las
ventanas lanza sus escudos para acogerse en el camino que lleva a la
acción.
Vuelven
de puntillas y taconeando sobre su cabeza destruyen el cómodo sueño
de barba azul.
No hay comentarios:
Publicar un comentario