respiro volutas aromáticas
de pétalos que se enganchan
en las fosas escondidas.
Unas púas me acarician
el recorrido del pavimento
que unas veces me abrazan
y
otras, otras se acuestan
de cubito supino.
En el techo proyectan
las sombras los lagartos.
Los ojos se fingen dormidos
pero entornan su hambre
con el ansia de que aparezcan
las rosas negras
en el despiste del pestañeo.