Con los molinos gigantes del quijote, centenario de la muerte de cervantes, que se desvanecen en el horizonte haciéndose pequeñitos en los antiguos pajares sin palomas y en las casa sin ventanas.
Una bailarina engancha el taladro y de agujero en agujero abre el hueco, el butrón en la pared para que entre la luz en esa casa-carcel, lija las maderas y embetuna antiguos armarios, dibuja figuras geométricas imperfectas en las paredes.
El suelo que pisa es irregular.
Alicia sale de su madriguera y sueña con ser matemática o jardinera.
En los bolsillos va metiendo semillas para su próximo jardín, un jardín diverso, de rocallas con aromáticas, bulbos, crasas y como no un gran espacio para el huerto, arriates de flores, rosas, buganvillas, claveles, margaritas... y la alfombradas adventicias que tapicen los suelos creando una explosión de colores.
Alicia recorre campos buscando más semillas, amig@s y familiares le prestan algunas sabedores del profundo amor a la naturaleza.
Alicia se envalentona y coje carrerilla y construye un columpio para balancearse con el viento, prepara las habitaciones de l@s invitad@s a los que tiene preparada la copia de las llaves para que se pasen sin necesidad de avisar, sin pedirla permiso.
Alicia construye soñando y mantiene la mente liberada en su pequeño espacio pero, a veces, vuelve a caer en la madriguera y reflexiona bajo el calor de las mantas.
No soporta los mandatos de sabihond@s, ni los planes perfectos, enamorada de la espontaniedad se juega la salud y la confianza.
Desconfía del interés aunque lucha por sus sueños...
Dormir le sienta bien pone orden a sus recuerdos, tristenta se queda con todos ellos porque de los tropiezos Alicia aprende a seguir caminando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario